Bego Montorio, traductora: «No nos damos cuenta de hasta qué punto está presente la traducción en nuestra vida cotidiana»

  • Bego Montorio, traductora: «No nos damos cuenta de hasta qué punto está presente la traducción en nuestra vida cotidiana»

Bego Montorio es buena conocedora de muy diversas facetas del mundo de la traducción, ya que además de haber traducido un buen número de obras literarias, en su mayoría de narrativa y cómics, también ha trabajado como intérprete y, además, durante 20 años ha ejercido de profesora de esa materia en la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco. Aunque ya está jubilada como docente, sigue colaborando con EIZIE y realizando traducciones literarias. Hemos querido hablar con ella sobre su trayectoria y sobre diferentes aspectos del mundo de la traducción que a menudo nos pasan desapercibidos.


¿Cómo comenzaste en el mundo de la traducción? ¿Cuándo supiste que querías enfocar tu actividad de traductora al ámbito literario?

Diría que empecé casi por casualidad; yo estudiaba Sociología y mi idea era dedicarme a la Sociología y la Sociolingüística, pero cuando surgió un puesto de traductora en el Ayuntamiento de Basauri pensé que podía ser una fuente de ingresos para no resultar una carga económica excesiva para mi familia. Para aquel entonces ya había hecho algunas traducciones informales, como la mayoría de vascohablantes de aquella época (octavillas para repartir en el barrio, pancartas para poner en el instituto, algún artículo para una revista...), pero desconocía totalmente la profesión; lo único que sabía era que en aquel momento, estoy hablando de la década de los 80, la traducción  era imprescindible si queríamos vivir en euskera en todos los ámbitos de la vida. A pesar de ese inicio casi casual, pronto me di cuenta de que me gustaba traducir. Terminé la carrera de Sociología, algo de lo que nunca me he arrepentido, pero el gusanillo de la traducción ya me había picado.

Por otra parte, también me gustaba mucho la literatura, así que el deseo de compaginar ambos campos fue algo totalmente natural. En mi etapa de traductora municipal aprendí mucho y conocí a personas que hoy en día siguen siendo mis amigas, pero mi objetivo era dedicarme profesionalmente a la traducción literaria. Las primeras traducciones literarias las realicé mientras estaba en la Administración, pero quería dedicarle más tiempo a esa tarea, y como para entonces ya había descubierto el sugestivo mundo de la interpretación, decidí dejar la administración y compaginar esas dos facetas aparentemente opuestas del mundo de la traducción: la interpretación, paradigma de la inmediatez, y la traducción literaria, que necesita tiempo y reflexión pausada.


En tu ficha de la base de datos de EIZIE Nor da Nor aparecen el euskera, el castellano, el francés, el gallego y el portugués como lenguas de trabajo. ¿Por qué defines tu itineraio como «atípico» dentro del mundo de la traducción, tal y como te hemos leído en alguna ocasión?

Creo que lo dije porque nunca he ido a clases de gallego o de portugués; he aprendido esas lenguas principalmente leyendo literatura, con algún diccionario y una gramática al lado. Lo más habitual suele ser partir de una lengua para acercase a su literatura, por lo que mi recorrido ha sido, en cierta medida, el contrario, he llegado a esas lenguas a través de su literatura.

Con el francés ha sido diferente; he ido a clases, he hecho algún curso en Francia..., pero aun así, he aprendido mucho leyendo. El argot, por ejemplo, diría que lo he aprendido sobre todo leyendo cómics en francés.


Traduces tanto desde el euskera como al euskera. Evidentemente serán procesos muy diferentes. En 2023, abordaste en un artículo algunos problemas que surgen al traducir obras literarias del euskera al castellano, basándote en el proceso de conversión de la novela Odolekoak (Elkar, 2020) de Antxiñe Mendizabal (Elkar, 2020) en Vínculos (Consonni, 2022). ¿Qué claves principales planteaste allí?

El proceso de traducción es básicamente el mismo en todas las combinaciones lingüísticas, y, al mismo tiempo, toda traducción es un caso único y específico. A pesar de esa aparente contradicción, yo había detectado que, cuando traducía literatura vasca al castellano, se me planteaban algunos temas y problemas recurrentes, y eso es lo que quise reflejar en el artículo.   Como la traducción es mucho más que un mero ejercicio lingüístico, en primer lugar me centré en lo que en el artículo llamaba "Los aledaños de la traducción", ya que son diferentes a los que nos encontramos cuando traducimos literatura al euskera; si traducimos literatura vasca al castellano hemos de tener en cuenta que esa lengua de destino a la que traducimos es también una lengua cotidiana para la mayoría de quienes escriben en euskera, que sobre todo se traducen obras de autoras y autores vivos y en activo, que parte del público lector conoce y comparte la cultura vasca a pesar de no saber euskera, etc. Me parece importante reflexionar sobre el inevitable impacto que todo eso tiene en el proceso de traducción y en el resultado final.

El segundo apartado del artículo lo dediqué a algunos problemas de traducción relacionados, tanto o más que con los propios idiomas, con los hábitos de los hablantes: dónde se establece el límite entre el tuteo y otros tratamientos en cada lengua, la diferente frecuencia de uso de la coordinación o de la subordinación en castellano y en euskera, las marcas de género... Creo que son cuestiones en las que debemos reparar, si bien las decisiones que tomemos variarán en función de cada texto concreto.  Como decía en el artículo "Soy consciente de no haber hecho grandes descubrimientos, de haber planteado muchas dudas y pocas soluciones y de no haber profundizado lo suficiente en más de una ocasión. De hecho, el objetivo que me he planteado es muy humilde: enumerar algunos de los principales obstáculos que he encontrado por el camino y dirigir el foco hacia ellos, para que de forma colectiva sigamos debatiendo y proponiendo soluciones".


Siempre hemos oído que quien traduce debe desaparecer detrás del texto, que debe ser transparente. Pero, ¿es realmente posible, vista la cantidad de decisiones conscientes que debe tomar quien hace esa labor?

Ese es un discurso que ha estado muy en boga y aún continúa presente; yo misma llegué a creerlo en mis inicios, pero la práctica me ha demostrado que es tan falso como peligroso. Es falso porque no coincide en absoluto con la realidad, ya que todas esas decisiones que ha de tomar quien traduce marcan necesariamente la traducción. Cuando alguien traduce, es decir cuando intenta transmitir un texto escrito en una cultura, una lengua y una época determinadas a gente de otra cultura, de otra lengua, y quizás también de otra época, indefectiblemente parte de una lectura del texto original basada en su propia cultura y en su propia identidad. Es decir, construimos incluso el significado de las palabras partiendo de lo que sabemos sobre la cultura de origen, sobre la época y  sobre quien ha escrito el texto, a la hora de construir el texto meta nos apoyamos en nuestra percepción de los hábitos de nuestra comunidad lingüística,  interpretamos cuál era la actitud de la escritora o escritor hacia su público inicial, etc., etc. En función de todo eso, quien traduce decidirá, por ejemplo, dar algunos toques dialectales en un determinado cuento, o incluir expresiones no muy habituales, si considera que en el original también se utilizaban expresiones inusuales en ese contexto. O, sin ir más lejos, supongamos que al traducir al euskera desde un idioma distinto al inglés nos encontramos con una breve frase escrita en esa lengua; es muy probable que la dejemos tal cual, pensando en que hoy en día cualquiera la entenderá fácilmente. Se trata de una decisión perfectamente legítima, pero hemos de ser conscientes de que tras de ella hay una determinada "lectura" de la realidad: se supone las actuales lectoras y lectores en euskera tienen conocimientos básicos de inglés, o que esa frase en inglés es de uso común también en nuestro entorno. Alguien podría argumentar que, al tratarse de una lengua "ajena" a la del texto original, debe dejarse tal y como está, pero ¿haríamos lo mismo con una frase en ruso que apareciera en un texto en polaco?; dependerá de la lectura que hagamos, del efecto que queramos conseguir... Y quien hace esa lectura, quien elige la solución que considera más oportuna es la persona que traduce, ¿cómo podría, entonces, ser transparente, aséptica?

Antes he dicho que el discurso citado en la pregunta, además de ser falso, es peligroso, y lo es, al menos por dos razones. Por una parte, porque si no sabemos qué hacemos exactamente durante el proceso de traducción, si no somos conscientes de todo lo que implica, de todo lo que nos condiciona, difícilmente podremos mejorar nuestra práctica. Y, por otra, si actuamos como si todos esos elementos no existieran, en la práctica lo que haremos es, sin  siguiera darnos cuenta, delegar en alguien ajeno una responsabilidad que nos corresponde; es decir, nos someteremos al ideario dominante como si se tratara de una verdad incuestionable, como si no pudiéramos intervenir en ello.

Por cierto, esa creencia de que quien traduce debe permanecer en la sombra es algo arraigado en las tradiciones occidentales de la traducción, pero en otras culturas tienen una visión completamente distinta de la traducción y de la autoría. Más nos valdría, también en este caso, abrir la mente y no creer que la nuestra es la única verdad verdadera.


Aunque la narrativa es el género que más has trabajado, los cómics ocupan un lugar destacado en tu trayectoria. Por ejemplo, hace 20 años escribiste un artículo para el número 28 de la revista Senez sobre la traducción de cómics, en torno a los problemas que surgen a la hora de traer al euskera cómics escritos en francés. ¿Cuáles son las principales particularidades de la traducción de cómics frente a la de textos literarios?

Para mí la traducción de cómics forma parte de la traducción literaria, y en este sentido nos enfrentamos a problemas y dificultades similares: en ocasiones se tratará de textos poéticos y en otras, totalmente coloquiales, tendremos que acertar con la voz propia de cada personaje, conseguir que resultan creíbles, etc. Pero es cierto que, al tratarse de una combinación de imagen y texto, la traducción de cómics tiene sus propias peculiaridades; la primera es justamente esa, la estrecha relación entre texto e imagen, ya que hemos de traducir el texto manteniendo las mismas imágenes. Si encontramos un juego de palabras relacionado con algo que aparece en el dibujo, tendremos que utilizar necesariamente el mismo referente, a diferencia de lo que sucedería en otro tipo de textos literarios. En otras ocasiones, la imagen aclarará algo que podría resultar ambiguo atendiendo únicamente al texto. Es cierto que lo que tenemos traducir es el texto, pero sin perder de vista en ningún momento las imágenes.

Otro de las características, relacionada también con el aspecto gráfico, es la limitación espacial, el tamaño de los bocadillos en los que va inserto el texto. Son parte de la imagen y variar su tamaño alteraría por completo la percepción de toda la página, por lo que debemos adaptar nuestra traducción a ese espacio concreto y limitado, algo no siempre sencillo. Un ejemplo que suelo utilizar es el de la fórmula más habitual de agradecimiento que serían 'gracias' en castellano, merci en francés y eskerrik asko en euskera, sin embargo, muchas veces el texto en euskera no cabe en el bocadillo y tenemos que buscar otras soluciones.

Hay algunos tipos de cómic que también se caracterizan por la alta presencia de onomatopeyas, lo que nos obliga a pensar y decidir hasta dónde debemos mantener onomatopeyas de otras lenguas habituales en los cómics, hasta dónde explotar los recursos del euskera, qué grafía utilizar, etc. En ese punto, como en muchas otras cosas, Antton Olariaga es un referente ineludible al que debemos mucho quienes nos dedicamos a la traducción al euskera.


Últimamente, tu nombre está detrás de muchos de los cómics publicados por Astiberri en euskera. Por ejemplo, es tuya la traducción de la novela gráfica Ahanzturaren leizea, hecha al alimón por Paco Roca y Rodrigo Terrasa, así como la de la mayoría de las de Biga y sus amistades. Aldaketak datoz! se titula el volumen 8. Aunque las dos son cómics, cuentan con un registro completamente diferente. ¿Puede que el segundo ofrezca más posibilidades de jugar, de experimentar? ¿O la fidelidad para con el texto original es la brújula para la traductora en ambos casos?

¡Son tan diferentes y tan buenos los dos!

Ahanzturaren leizea (El abismo del olvido) es el relato de un atroz hecho histórico, y Aldaketak datoz! (Ça déménage), un cómic destinado al público infantil y lleno de humor, por lo que, necesariamente, la manera de acercarse a uno u otro será diferente, así como los retos que se nos plantearán. Para traducir Ahanzturaren leizea tuve que documentarme sobre vocabulario y  expresiones propios de la guerra civil y sus equivalentes en euskera, sobre terminología del lenguaje forense...

En el caso Aldaketak datoz! los retos que se me plantearon fueron muy diferentes, pues se trata de un texto plagado de juegos de palabras relacionados con los animales y los dibujos, por lo que a veces cuesta encontrar una equivalencia adecuada en euskera. Además, el texto debe resultar fácilmente comprensible para las niñas y niños pequeños, manteniendo el tono y los matices del texto original. El desafío consiste en jugar, experimentar y encontrar el equilibrio.


El cómic ha alcanzado prestigio en los últimos años. Para la normalización del euskera también será bueno fortalecer el sector y que los referentes sean accesibles también en euskera, ¿no?

¡Por supuesto! Los cómics han estado presentes durante toda mi vida, pero en siempre en otros idiomas que no eran el euskera, así que cuando hoy veo niñas y niños leyendo cómics o mangas en euskera, me alegro muchísimo de que en su caso el euskera sea también el idioma de los cómics.

Hace poco, la librería Arteka de Durango organizó una presentación del cómic Aldaketak datoz! -el octavo de la colección Biga- específicamente pensada para niñas y niños; fue una experiencia maravillosa. La tienda estaba llena de criaturas ávidas de saber más sobre su personaje favorito; hablamos también de traducción, comentamos que el original está escrito en francés –ahora ya lo saben–, pero en el fondo, Avni (así es como se llama en francés y castellano), les da un poco igual, lo que de verdad quieren saber es ¡¿cuándo saldrá el siguiente volumen de Biga?!


Conoces la traducción desde muchas perspectivas. Además de traductora literaria, has sido intérprete y durante 20 años profesora de la Facultad de Letras de la UPV de los estudios de Traducción e Interpretación. ¿Cómo han evolucionado estos estudios? ¿Se dota al alumnado de herramientas de trabajo adecuadas?

Necesitaría mucho tiempo y espacio para responder debidamente a esas preguntas, pues hay que tener en cuenta muchas variables. En cualquier caso, es cierto que me preocupa la evolución de los estudios, máxime cuando el grado la UPV/EHU es el único en el que se contempla el euskera como lengua de trabajo.

(Mila Garmendia y Bego Montorio, recogiendo el galardón conmemorativo del homenaje que Literaturia dedicó a EIZIE en 2020)


Por otro lado, has trabajado en la asociación EIZIE desde su creación. ¿Cuáles han sido durante estos años los mayores logros del colectivo de traductoras y de traductores? ¿Qué queda por hacer?

Entre otras cosas, durante estos más de 30 años EIZIE nos ha ofrecido un espacio de encuentro, de reflexión y de formación, gracias a lo que hemos podido desarrollar diversos proyectos de utilidad para toda la comunidad vascohablante, como las colecciones de literatura traducida al euskera Literatura Unibertsala y Urrezko biblioteka, la revista Senez, la lista de correo ItzuL o la base de datos de la traducción vasca Nor da Nor (Quién es quién). La asociación ha sido también fundamental para visibilizar y dar a conocer la labor de quienes nos dedicamos profesionalmente a la traducción, la corrección y la interpretación, así como para contribuir a mejorar nuestras condiciones laborales.

Cara al futuro tenemos aún mucho que hacer, además de seguir desarrollando los proyectos que ya están en marcha. La nuestra es una sociedad en continuo cambio, la presencia de la diversas lenguas y la relación de poder entre ellas cambia continuamente, la tecnología nos ofrece herramientas que no hubiéramos imaginado hace pocos años..., y para responder a los nuevos retos que todo eso nos plantea es imprescindible actuar de forma colectiva. La traducción es una herramienta importante para la supervivencia y el desarrollo de la comunidad vascohablante y debemos seguir analizando, reflexionando y formándonos colectivamente para que nuestro trabajo sea lo más eficaz posible.


El 4 de marzo presentaste la ponencia "Traductores, mediadores interculturales", en la biblioteca Bizenta Mogel en Durango. ¿Todavía no nos hemos percatado de la importancia de esa labor de mediación?

En mi opinión, no lo suficientemente. Ni siquiera nos damos cuenta de hasta qué punto está presente la traducción en nuestra vida cotidiana: la traducción está detrás de la información que nos ofrecen los medios de comunicación, de la producción cultural de la que disfrutamos, de los manuales de instrucciones de las herramientas que utilizamos, de la comunicación de las asociaciones e instituciones, etc. La traducción nos mantiene en vida, señaló el escritor Anjel Lertxundi, y, tal como he dicho antes, no se trata de en un mero intercambio lingüístico, sino de un intercambio entre culturas. Eso es lo que quise subrayar en mi intervención de Durango, que los traductores y traductoras somos mediadoras entre culturas y que la mediación y quienes la ejercemos nunca somos transparentes.

Me parece realmente importante ser consciente de que se trata de una relación entre culturas, no entre las lenguas; por ejemplo, creo que imprescindible tenerlo en cuenta cuando hablamos del uso de la traducción automática y de las traducciones neuronales: esos casos ¿quién toma las decisiones?, ¿en función de qué?, ¿mantener el significado lingüístico de las palabras es criterio suficiente para considerar una traducción correcta y adecuada?


¿En qué estás trabajando actualmente?

Aunque ya me he jubilado, sigo colaborando con EIZIE y traduciendo literatura. Tengo alguna traducción entre manos, pero aun falta algo de tiempo para que se publiquen.


(Especial publicado el 31 de marzo de 2025)