Las manifestaciones de los lunes, que tuvieron lugar en Leipzig durante el año 1989, ocupan un lugar propio en la cultura de la memoria alemana. Fueron el germen de la Revolución Pacífica que en 1989- 1990 protestó contra el régimen del SED.

Fue una revolución pacífica, y también fue una revolución alegre. La gran manifestación del 4 de noviembre de 1989 en la Alexanderplatz de Berlín Oriental fue también una brillante demostración de humor popular. Cinco días más tarde, la noche en que cayó el Muro, se descorcharon botellas de champán y se bailó hasta el amanecer en la avenida Kudamm de Berlín Occidental. Imperaba una sensación de alivio, no de amargura. Por un momento. parecía como si las heridas ocasionadas por el sistema del SED no hubieran sido demasiado profundas. Pero entonces tomaron la palabra los antiguos perseguidos. Contaron cómo el acoso de la Stasi los había degradado y hablaron de los prolongados encarcelamientos en condiciones atroces. En el Este habían tenido que guardar silencio y en Occidente se les consideraba promotores de la Guerra Fría. Hicieron públicos los lugares donde se había practicado el terror político. Y pusieron todo su empeño en conseguir que las prisiones de Hohenschönhausen, Bautzen, Cottbus y otras localidades se convirtieran en lugares de memoria.

¿Cómo se deberían recordar en el futuro en el espacio público la Revolución Pacífica y la reunificación alemana? Ya ha pasado la época de las estatuas heroicas de bronce. Pero la memoria necesita un lugar. Por eso en 2007 el Bundestag decidió erigir un monumento en recuerdo de los acontecimientos de 1989-1990.

La exposición es trilingüe: alemán/castellano/euskera