Nombrar a Eva Yerbabuena, es hablar de una de las cumbres que ha conocido la danza flamenca de las últimas décadas. Desde un absoluto dominio técnico y escénico, su baile ha ensanchado las posibilidades coreográficas y expresivas del género creando un estilo propio. Una visionaria, una bailaora magistral con el tipo de sensibilidad artística que aparece por generación, una mujer tocada por la grandeza.
En “Carne y Hueso”, Eva se deshace de todo lo que no es conmoción, se desnuda para que luzca, por encima de todo, la tramoya del flamenco de forma honesta. Cinco bailaores, cante, percusión, guitarra y voz, la arropan en la labor de mostrar su vulnerabilidad, que es el viaje hacia la intimidad generosa con el público.