En el pueblo de Ameli había una cuentacuentos que iba todos todos los días al patio del colegio, al terminar las clases, para contarles historias de aquí y de allá. Le preguntaban cuántos cuentos sabía y ella les contestaba que, por lo menos, uno por cada día del año. Ameli no los recuerda todos, pero algunos se le quedaron en el corazón; y ahora quiere compartirlos; para andar por los días del calendario con el el corazón lleno de cuentos.