Gustavo Puerta Leisse y Elena Odriozola: «Lo bonito de tener una editorial, al menos cuando se trata de editoriales como la nuestra, es que siempre estás aprendiendo cosas»

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Gustavo Puerta Leisse y Elena Odriozola crearon en 2019 Ediciones Modernas El Embudo. Hemos hablado con ellos de cómo se conocieron y decidieron poner en marcha el proyecto, de su forma de trabajar y de entender la literatura infantil, de algunos títulos publicados durante este tiempo y de nuevos trabajos que tienen entre manos.


Elena, ¿de dónde te viene la afición por el dibujo? Y, ¿cómo diste el salto al mundo de la ilustración? ¿Qué recuerdas de aquellos primeros años?

En mi casa siempre se fomentó el dibujo. Mi padre era aficionado, y mi abuelo por parte de madre, al que no conocí, también pintaba.

En cuanto a la segunda y tercera pregunta, a ver si puedo resumirlo... Creo que siempre he sabido lo que he quería hacer, pero que no fui consciente hasta los 21 años, cuando elegí y compré el primer libro ilustrado (tenía muchos en casa, pero comprados por mis padres o regalados).

Siempre he pensado que las cosas ocurren cuando corresponde, que no hay que forzarlas. Supongo que no sucede de la misma manera en todas las personas, pero creo que es importante saber cómo funciona cada uno. Así que estuve unos cuantos años en una agencia de publicidad, donde aprendí bastante, y cuando estaba preparada para que sucediera, la agencia cerró. Y me fui a casa, sin trabajo, convencida de lo que quería hacer. Para entonces había ilustrado algún libro de texto y un par de cuentos, para Elkar. Dejé la agencia y empezaron a proponerme trabajos... hasta hoy.

(Las hadas, del libro del libro Así me lo contaron, así te lo cuento)


Aunque sabemos que no te gusta hablar de premios y reconocimientos, a día de hoy eres una de las ilustradoras de mayor proyección internacional. En tu larga trayectoria has ilustrado más de un centenar de obras literarias, dejando en todos tus trabajos tu inconfundible sello. Obras de Mary Shelley, León Tolstoi, Mariasun Landa, Juan Kruz Igerabide, Patxi Zubizarreta... ¿Cómo te enfrentas a cada nuevo proyecto? ¿Es muy diferente ilustrar según para qué público?

Para mí no es diferente trabajar para según qué público, el texto me lleva a una cosa u otra... y disfruto todas de la misma manera.

El proceso siempre es similar. Leo el texto, decido si tengo o no algo que contar (en el último caso, renuncio a hacerlo) y me pongo a pensar. Generalmente, es lo que más tiempo me lleva: saber qué tengo que contar y cómo contarlo. Una vez que lo sé, me pongo a dibujar. No hago bocetos previos, ni pruebas de personajes... cuando cojo el lápiz suelo saber más o menos qué es lo que voy a hacer. También cuál es la técnica que mejor le va a eso que quiero contar.

(Blancanieves, del libro Así me lo contaron, así te lo cuento)


Tú, Gustavo, vienes de la filosofía y has pasado por la crítica literaria. Además, durante cuatro años, fuiste director de la revista de periodismo cultural ¡La leche! ¿De dónde surgió ese interés por la literatura infantil?

Me gusta cómo los niños ven el mundo. Las preguntas que se hacen, su curiosidad y capacidad de asombro. Es cierto que provengo de ámbitos más o menos "serios", como la filosofía, la crítica literaria, el periodismo... pero en cada uno de ellos encuentro mucho de juego, de placer, de tratar de comprender. Para mí los niños son mis interlocutores naturales. Me siento a gusto escuchándolos, viéndolos, conversando con ellos. Desde adolescente me di cuenta de que, a diferencia de mis amigos, me resultaba fácil comunicarme con ellos, me entretenían y, sobre todo, me interesaban sus formas de ver el mundo. Ese interés me llevó a la literatura infantil, donde encontré muchos farsantes, pero también muchos adultos que genuinamente se interesan por los chavales.


¿Cómo os conocisteis?

GUSTAVO: Mucho, mucho antes de conocer a Elena, conocí sus ilustraciones. Fue en un librito de Juan Kruz Igerabide titulado Como un botón (Anaya). Yo entonces vivía en Venezuela. ¡Quién me iba a decir que algún día iba a trabajar con estos genios! Varios años después, ya viviendo en España, llamé a Elena para entrevistarla para una pequeña pieza que publiqué en El cultural. Pasaron los meses y Elena vino a Madrid creo que a presentar un libro. Yo me presenté con mi hija en el cochecito. Este verano Julia cumple 19 años.

ELENA: Fui a Madrid a la inauguración de una exposición de mis trabajos en el espacio Sinsentido. Y ha dicho lo de "genios" porque sabía que a mí no me iba gustar. Le gusta provocar, y supongo que a mí entrar en la provocación.


Y, en 2019, decidisteis crear Ediciones Modernas El Embudo. ¿Por qué?

GUSTAVO: Por tres razones: porque teníamos muchas ideas y ningún editor que apostara por ellas, porque nos gusta trabajar juntos y porque no sabíamos lo que nos venía.


Vuestros proyectos ofrecen otra forma de concebir la infancia y la literatura infantil. De hecho, comenzasteis vuestra aventura editorial con un libro titulado Sentimientos encontrados, que, a priori, parecía una apuesta arriesgada. ¿De dónde beben vuestros proyectos? ¿Cómo es vuestro proceso de trabajo?

GUSTAVO: Cada libro para mí tiene una historia y un origen muy particular.

Sentimientos encontrados, por ejemplo, tiene su punto de partida en la pregunta: «¿En qué se diferencia la angustia de la ansiedad?».

Flor de leyendas de Alejandro Casona y Rivero Gil tiene su punto de partida en la impresión que me causó al reencontrarme con un libro que leí en mi infancia (que lo tenía olvidado y llevaba más de tres décadas sin ver), el hecho de recordar perfectamente muchas de sus historias y todas las ilustraciones.

Así soy yo de Pía y Juliana Salcedo y Con el ojo del cogote de Juan Kruz Igerabide tienen su punto de partida en la fascinación que nos produce ser testigos, respectivamente, de cómo los niños ven el mundo y de cómo los adultos recuerdan haber visto el mundo de niños.

Hagamos títeres de cachiporra de Rodorín tiene su punto de partida en que me hubiera gustado ser titiritero y creo que, durante los dos años que trabajé editando el libro, en cierta medida lo fui.

ELENA: Después de esta explicación tan extensa, poco puedo decir. Gustavo es el editor y yo la ilustradora. Nunca he pretendido otra cosa (y supongo que Gustavo tampoco, aunque igual algún día me sorprende). Hay tantos libros que Gustavo me ha propuesto hacer y que me apetecen tanto... «Y si...» es como empiezan muchas propuestas, y la mayoría (no todas) me apetecen. El problema es tener tiempo para hacerlas.

(Una imagen del libro Ya sé cultivar el huerto)


En Ediciones Modernas El Embudo apostáis por el libro como objeto. Vuestros libros son muy lúdicos y artesanales, pensados para disfrutarlos despacio. Las niñas y los niños no se conforman con cualquier cosa, ¿verdad? Habladnos de las diferentes colecciones que tenéis en marcha.

GUSTAVO: Disculpa que te contradiga. Pienso que, lamentablemente, las niñas y los niños sí se conforman con cualquier cosa. Pero esto no quiere decir que estemos de acuerdo con ello y por eso trabajamos en contra de esta extendida realidad.

Como buenos amateurs, casi tenemos más colecciones que libros:

"Que ya sé", una colección de tres libros para pre-lectores sobre procesos cotidianos que son nuestra personalísima lectura de Maria Montessori.

"¿Te suena?", una colección de tradición oral y cultura popular: retahílas, canciones, juegos... donde la tradición dialoga con la vanguardia.

"¿Qué me cuentas?", una colección de leyendas y cuentos de hadas para nutrir el imaginario.

"Manos a la obra", una colección donde lo importante es el hacer y aprender de quienes saben hacerlo.

"¿Qué dices?", una colección de niños narradores y adultos que narran su infancia.

"Me lo pienso", una colección de filosofía para niños, que a algunos no le parece filosofía y a otros no le parece para niños.

Y, próximamente, "¡Qué de cosas!", una colección... ¡Sorpresa!

(Una imagen del libro Ya sé cultivar el huerto)


Gustavo, cuentas que en cierta ocasión, en la Feria de Bolonia, un editor te dijo al ver el arte final de vuestro libro El manisero & Un elefante se balanceaba que él no lo publicaría, porque «"El manisero" es una canción que se conoce poco en España y "Un elefante se balanceaba" no es capaz de remover la nostalgia». Dices que desde entonces la pregunta «¿remueve la nostalgia?» es para ti un criterio capital a la hora de editar. ¿Realmente la nostalgia es tan importante?

Así fue, pero faltaría un matiz. Se refiere a un libro incluido en la colección "¿Te suena?", dedicada a la tradición oral y la cultura popular. Para que un adulto compre a sus niños un libro sobre una retahíla o una canción tiene que recordarle su infancia, asociarlo a un recuerdo, a una persona, a una ocasión donde cantaba esa canción. Por eso la pregunta: «¿remueve la nostalgia?». Si el libro no produce ese efecto, difícilmente se venderá.

(Un elefante se balanceaba, del libro El manisero & Un elefante se balanceaba)


¿Qué otras lecciones habéis aprendido en este tiempo?

GUSTAVO: Lo bonito de tener una editorial, o al menos cuando se trata de editoriales como la nuestra, es que siempre estás aprendiendo cosas. Por ejemplo, hoy compré un libro: El hombre del abrigo de Valentí Puig (Athenaica), un ensayo sobre el escritor Josep Pla. El volumen lo abre el siguiente epígrafe del Doctor Johnson: «Los libros sin conocimiento de la vida son inútiles, porque ¿qué deberían enseñar los libros sino el arte de vivir?». Esta frase pone en palabras algo que hace tiempo llevaba pensando. Pero no solo eso, también refuerza una pregunta: «¿en qué consiste el arte de vivir?». Estoy seguro que tratando de hallar nuestras respuestas haremos nuevos libros.

ELENA: Yo, más que aprender, he confirmado algo que ya sabía: que no soy una persona práctica. Nunca pensé qué suponía tener una editorial. Por ahora todo ese peso lo lleva Gustavo, porque es algo para lo que no valgo y nunca me ha interesado. Nunca hubiera formado parte de una editorial si Gustavo no me lo hubiera propuesto, y creo que a cualquier otra persona le hubiera dicho que no. Pero cuando Gustavo me lo propuso no lo pensé ni un instante. Soy visceral, y tuve claro enseguida qué contestar.

(Una imagen del libro Hagamos títeres de cachiporra)


Al parecer, en otra ocasión, con motivo de la presentación de Hagamos títeres de cachiporra en Barcelona, un consagrado librero (hoy jubilado) y narrador oral os dijo que tenéis un problema porque «hacéis libros para bibliotecas escolares y en España no hay bibliotecas escolares». ¿Os reconocéis en esa afirmación? ¿No es precisamente el trabajo conjunto con escuelas y bibliotecas uno de los grandes retos actuales de la literatura infantil?

GUSTAVO: Francamente soy muy pesimista al respecto.


También compartís vuestros conocimientos a través de diferentes talleres. ¿Qué ofrecéis? ¿A quiénes están dirigidos esos cursos?

GUSTAVO: Detrás de cada libro nuestro hay tres ejes: la investigación, la docencia y la creación. En los cursos ponemos en práctica, experimentamos, lo que estamos investigando y va a convertirse (o no) en libro.

ELENA: Los talleres suelen ir dirigidos a ilustradores o a quien le interese el mundo de la ilustración. Es algo que nunca pensé que haría, y que cuando me lo proponían solía rechazar. Hasta que me ofrecieron un taller de una semana en Valladolid, en Ilustratour, y por supuesto me horroricé y me sentí incapaz. Pero a la vez me tentaba. Les dije a los organizadores que lo haría si podía compartirlo con Gustavo (que tenía mucha experiencia y me daba seguridad). A pesar de mi miedo, creo que salió muy bien. El taller tenía por título "Ilusionismo", y trabajamos técnicas del precine. A partir de ahí, hemos hecho bastantes más, y siempre los hemos disfrutado.

(Una imagen del libro Con el ojo del cogote)


¿Cómo valoráis el camino recorrido hasta ahora? ¿Estáis consiguiendo llegar a vuestro público objetivo?

GUSTAVO: Ha sido un recorrido difícil, gratificante, muy exigente, placentero... Más que llegar a nuestro público, creo que estamos empezando a crearlo.


¿Cómo se presenta el futuro? ¿Cuáles serán los próximos pasos de Ediciones Modernas El Embudo? ¿En qué estáis trabajando ahora? ¿La labor de la editorial os deja tiempo para otros proyectos paralelos?

GUSTAVO: A la vuelta del verano, sale a la venta Lecciones de cosas. Una gran apuesta, producto de cuatro años de trabajo. Después reeditaremos uno de los títulos más exitosos: El huevito. Lleva tiempo agotado en castellano y en euskera (cuyo título es Arrautza). En cambio, en catalán apenas se ha vendido.

Tenemos varios proyectos en marcha. Justo en estos días definiremos con qué nos podremos ahora. Y en cuanto a los proyectos paralelos, la editorial apenas me deja espacio para hacer las labores domésticas.

ELENA: Yo suelo aceptar otros trabajos que me propongan y me apetezcan. Por ahora, la editorial no da para sobrevivir.


(Especial publicado el 6 de agosto de 2024)