Iban del Campo, coordinador de Huhezinema: «Lo que nosotros hicimos fue llenar un vacío»

  • Iban del Campo, coordinador de Huhezinema: «Lo que nosotros hicimos fue llenar un vacío»
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Hemos hablado con Iban del Campo, profesor de comunicación audiovisual de la Universidad de Mondragón y coordinador del Festival de cortos Huhezinema, sobre la evolución de este festival, que cumple su 10ª edición.

Este año Huhezinema cumple su décimo aniversario. ¿Qué valoración haces sobre la evolución que ha tenido el festival en este década?
Muy buena. La verdad es que el balance es muy positivo. Empezamos con una gran motivación; organizar un festival en el marco de una asignatura es una idea muy ambiciosa, y quizá por eso hemos llegado a cumplir la décima edición. Lo teníamos muy claro desde el principio; la idea de organizar un festival de cine, quiero decir. Pero la verdad es que estamos muy contentos, también por la aceptación que ha tenido en la comunidad del cine vasco. Desde su primera edición hasta hoy, no ha hecho más que crecer. De modo que, en ese aspecto, estoy muy contento.

Es un festival de cortos en euskera. ¿Había una carencia en ese ámbito?
No recuerdo cómo estaba hace nueve años el panorama de los festivales de cine vasco. Pero sé que estos años han sido irregulares, y que algunos festivales han desaparecido. También hubo un «boom» de los festivales de cine; cada ayuntamiento quería tener su propio festival. Y a veces ese tipo de sobredosis no son muy buenas, o los objetivos de los festivales no suelen estar muy claros. Siendo el cine vasco un mundo tan modesto, siempre vienen bien las plataformas que promueven y dan a conocer el trabajo de los/las cineastas autóctonos. Lo que nosotros queríamos era cubrir esa carencia. Nosotros por lo menos no conocemos otro festival que tenga un modelo organizativo como el nuestro, ni en Euskal Herria, ni fuera de ella. En cuanto al carácter educativo y a la idea de dar prioridad al alumnado como centro de la organización, más que una carencia, podemos decir que había un agujero negro.

¿Se podría decir que es una plataforma para dar a conocer a los/as cineastas jóvenes?
Sí, sin duda. En este recorrido eso ha sido algo muy claro. A fin de cuentas, nosotros ayudamos a los/las profesionales que empiezan. Además, hemos notado que en el caso de los/las principiantes, por ejemplo, en su proceso ha sido muy importante recibir su primer premio en el festival. Eso te da confianza para seguir trabajando, algo que es muy necesario. Ahí sí que hemos tenido algunas evidencias. Por ejemplo, viendo el recorrido que tuvo un cineasta que fue premiado en el primer festival, o el de las personas que han estado con nosotros dos o tres veces y que luego han sido parte del jurado... Hemos notado que para algunos/as creadores/as ha sido muy importante. Del mismo modo, hemos visto que puede ser muy interesante que un alumno que haya trabajado como organizador, al cabo de unos cinco años sea invitado para contar su experiencia en una «master class». Eso también ha sido muy bonito.

¿Cómo ha sido la organización del festival? ¿Cuáles son los elementos fundamentales para su funcionamiento?
Ahí está la clave del proyecto, su peculiaridad. Organizamos el festival con el alumnado de cuarto curso del Grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Mondragón. Es decir, dentro de una asignatura, la asignatura «Organización de eventos culturales». Es la que yo imparto. Damos un repaso general a los eventos culturales del entorno, y, después, nos centramos en la organización de nuestro festival. La organización de los festivales de cine, como en el caso de cualquier otro evento cultural, es muy complicada, conlleva muchas cosas: la búsqueda de la financiación, la programación, la coordinación, los/las invitados/as, el público, los medios de comunicación... Pero, además, el nuestro tiene una dificultad añadida, o como se dice en el circo, «el más difícil todavía», y es que nos tenemos que ajustar al calendario académico. A veces es difícil adaptarse a los cambios de ritmo y al nivel de atención que requiere un festival. Y también hay otra cosa curiosa: el equipo de organización cambia cada año, porque entra un grupo de nuevos/as alumnos/as. Es decir, yo me mantengo, pero cada año viene un nuevo grupo de alumnos/as, que empieza de cero. De manera que yo vivo cada año, por así decirlo, «el día de la marmota», «el festival de la marmota». Eso también tiene su encanto: tienes un grupo nuevo cada año, y no te aburres. Y, hasta ahora, siempre hemos conseguido organizarlo bien.

La cantidad y la calidad, el debate de siempre. ¿Cómo valorarías ese aspecto en Huhezinema?
Es una de las claves, sí, uno de los dilemas en el día a día. ¿Cuántas películas queremos dar? A veces podemos dejar al público más satisfecho con dos buenas películas, que con diez regulares. Yo creo que eso también es importante. No es fácil medirlo, claro, a veces puede ser demasiado poco... Como en los restaurantes de cocina moderna, «muy bueno, pero me he quedado con hambre». Ese es el peligro. Hay que buscar un equilibrio. Hay que hacer una selección entre todos los trabajos, teniendo en cuenta que el público está formado sobre todo por alumnos/as, y que parece que cada vez tienen menos capacidad de concentrarse. De modo que no es fácil organizar emisiones largas. Además, siendo esta la décima edición, además de la programación habitual, queremos organizar unos eventos especiales. Tenemos que tener cuidado, para no aburrir al público. Es difícil mantener el equilibrio.

Desde el comienzo hasta ahora, ¿en qué ha avanzado el festival?
No me resulta fácil mencionar una sola cosa. Son tantas disciplinas diferentes... Pero, por ejemplo, resumiendo, diría que el festival se ha profesionalizado en este periodo de tiempo, porque hemos visto que lo planteado al principio dentro de una asignatura, ha tenido eco más allá del recinto de la universidad, con la responsabilidad que eso conlleva, y hemos tratado de darle una respuesta. Del mismo modo, en el mundo del cine se van dando muchos cambios, continuamente, y hay que tenerlos en cuenta. Este año, por ejemplo, hemos puesto en práctica otra manera de recibir películas, igual es largo de explicar, pero... Hemos creado unas plataformas on-line. Hubo una especie de «boom» en la distribución de películas para los festivales, pero las cosas han cambiado, y nosotros también hemos cambiado la forma de recibir las películas; parece que hemos acertado, viendo la cantidad y la calidad de los trabajos recibidos. Entonces, diría que es un festival organizado dentro de la universidad; pero, teniendo en cuenta el feedback y los comentarios de los directores que han venido como invitados, comprobamos que quedan satisfechos, que cuidamos las películas y que las proyectamos adecuadamente. Nos preocupamos por la calidad de la proyección, por tratar correctamente a los/las cineastas... Y por no cometer grandes fallos. A mí, como cineasta, me han ocurrido muchas cosas; proyectar parte de una película en el techo u otros fallos graves organizativos. Es normal, claro, nadie es perfecto, como decía Jack Lemmon.

De cara al futuro, ¿Cuáles son vuestros retos?
Yo diría que organizar bien otros diez.  Hace unos días, con el tema de la décima edición, inventamos un refrán: «El que tiene diez festivales quiere veinte; el que tiene diez festivales de cine, veinte». Habiendo llegado a una cifra tan redonda, quieres llegar a veinte, seguir adelante en ese recorrido que ha realizado el festival. ¿Cómo? Ese es otro tema. Ha habido un profundo cambio metodológico en el Grado, y de ahí vienen los cambios en el calendario académico. A ver si conseguimos dar un seguimiento al festival, manteniéndolo en la misma línea. Tenemos claro que no queremos seguir creciendo. Con este tipo de festivales suele pasar que se crece demasiado, y se acaban perdiendo los objetivos y la naturaleza del mismo. De modo que debemos mantener el equilibrio: la organización por parte del alumnado y el encanto y energía de la juventud deben seguir ahí, pero también debemos estar pendientes de los/las cineastas profesionales. Esa es la base del proyecto.

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