La mujer se resiste con tozudez hasta erupcionar aquello caótico que motiva su cuerpo y sus entrañas, aunque estos impulsos sean contradictorios a su razón, hasta doblegarla. Hay fuerzas más grandes que la mueven, y que ella ya no puede reprimir mas, porque la desbordan, la quiebran, la despeinan, la amasan… moviendo sus sus huesos, sus extremidades y empujando desde lo más profundo de sus entrañas. Cuanto más trate de reprimir y controlar su cuerpo más difícil aún será taparlas.