Tiken Jah Fakoly (voz), Valéry Assouan (bajo), Colin Laroche De Feline (guitarra), Andra Kouyate (ngoni), Ludovic N’Holle (batería), Jean-Luc Remy (teclado), Julie Brou (coros), Wendy Engoneakoughey (coros), Jean-Baptiste Dobiecki (saxofón), Didier Bolay (trompeta), Jean Franc?ois Quellec (trombón).
Tiken Jahn Fakoly es un icónico, admirado y respetado cantante marfileño en cuyas canciones se entrecruza el reggae con bases del dub y el soukouss, recuperando instrumentos tradicionales africanos como la kora, el ngoni o el balafón. Sus letras transmiten mensajes sociales y políticos de profundo calado, también de denuncia y de lucha.
El cantante africano, de verdadero nombre Doumbia Moussa Fakoly, pronto descubrió que la música le serviría para señalar la corrupción e injusticias cotidianas y decidió hacerlo desde una mentalidad rastafari. Tiken irrumpió en la escena musical marfileña en 1993, coincidiendo con la muerte de Houphouët-Boigny, el dictador que había estado dirigiendo Costa de Marfil durante más de 30 años. Se inició ahí una época de conflictos políticos y disputas entre facciones por el poder, golpe de Estado incluido, en la que las canciones de Tiken, que pronto empezaron a trascender fronteras, se convirtieron en sinónimo de resistencia y construcción. Paralelamente a ese ascenso, Tiken y su entorno fueron la diana de amenazas y agresiones que le obligaron primero a exiliarse a Malí y, finalmente, a Francia.
Su música está fuertemente influenciada por Bob Marley, del que muchos le consideran mejor heredero en la actualidad. Entre los reconocimientos y premios que ha obtenido se encuentran el de Victoires de la Musique del año 2003 -mejor disco de reggae, ragga y world music por su álbum Françafrique (2002)- y el First Freemuse Award en 2008.
Tiken Jah Fakoly factura un reggae sincero y lo utiliza como herramienta para transmitir un discurso que proviene del corazón del pueblo africano y que nos habla de las condiciones de vida, del racismo, de la emigración, de las manipulaciones de los políticos… El marfileño, partidario del panafricanismo, mantiene la esperanza en el destino de África y sigue cantando, bailando y haciendo bailar. Letras comprometidas y revolucionarias, historias de vidas duras, de injusticias y calamidades que, sin embargo, y como contraste, son cantadas con un ritmo alegre, creando canciones bailables y que contagian un optimismo que está por encima de todas las desgracias.