Un globo rojo que nos hace recordar nuestra infancia cuando estábamos repletos de ilusión y creíamos en todo. Ahora somos adultos y añoramos poder sentirnos, de vez en cuando, como entonces. Viendo magia volvemos a creer en cosas imposibles, dejamos de lado la coherencia, no buscamos el truco. Nos dejamos llevar, disfrutamos, nos sorprendemos y reímos. Volvemos a ser niños.