Verás, que te cuente...
porque las historias se ven, se oyen o se mastican.
Yo las de la abuela Mari Luz me las pasé de carrillo a carrillo en muchas sobremesas. Mis preferidas, a la vera del río, sentadas frente a frente en el merendero de la pesquera de Ciudad Rodrigo.
Pinta copas y te cuento otra historia, pa' que te enteres, de lo que es la guerra y la pobreza que siembra.
¡Madre, lo cambiaó que está todo! Y sin embargo, seguimos migrando y nos seguimos enamorando.
A fuego lento se cocinan muchas cosas. Las sinestesias, los txipis en su tinta y la memoria.
Podéis leerla, escucharla o degustarla. Ella es muy generosa, pero también humilde. Su relato es el de una barakaldesa entre miles. Os toca después contar la vuestra.
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