A pesar de no contar con muchos intérpretes, hay que subrayar que aquellos que lo son, seguramente son muy significativos y especiales. Es como si no fuese la persona la que elige el instrumento, sino que es la propia arpa la que elige el intérprete, aquel o aquella que mejor puede llegar a entender y transmitir toda la magia cautivadora que contiene su sonido.
Olatz Zugasti es una de estas "elegidas". Inmersa en la composición e interpretación musical desde muy joven, comenzó los estudios de arpa en la adolescencia. Desde entonces acompaña con en el arpa, teclados y voces a Benito Lertxundi, y desde 1991 hasta 2010 ha publicado 4 discos bajo su nombre, cada cual más cercano, más sentido y más creativo. Este nuevo disco, Ur goiena, ur barrena, es su quinto trabajo en estudio. Basado en un dosificado equilibrio de ingredientes que ya encontrábamos en los anteriores, este nuevo disco supone un paso decisivo en su carrera artística, ya que con él vuelve a los escenarios, llena de coraje y de ilusión.
En la construcción de este importante trabajo, compuesto, escrito, arreglado, guiado y producido por ella misma, Olatz Zugasti utiliza conscientemente toda su experiencia y talento para seguir a su intuición primaria, lo cual se transluce a lo largo de toda la grabación, como si el objetivo del proyecto hubiese sido el mantenerse firme en esta actitud.
Olatz aliña sus canciones con un sabor especial a sosiego milenario, apoyada en la referencia tímbrica del arpa celta utilizada para la grabación del disco. Canciones elegantes, sobrias y sólidas, ambientes nocturnos, armonías amplias, sonidos dulces y recurrentes, van sucediéndose como corazonadas, evidenciando las grandes cualidades interpretativas de la banda.
Las 13 canciones que componen este álbum resultan muy cómodas y atractivas, suenan reposadas y anímicamente preparadas para transmitir valores humanos importantes, que nos resultan especialmente válidos para caminar a través de la senda de la vida.
Por otra parte, la artista se ha preocupado de que los arreglos también fuesen apropiados para los conciertos en directo, para que las canciones respiren en directo del mismo modo que lo hacen en la grabación. De este modo, el público tomará consciencia global de la dimensión del trabajo. Para ello ha sido muy importante cuidar todos los detalles y alimentar continuamente la relación íntima entre la instrumentación utilizada y la naturaleza de cada canción, gracias a su grupo de jóvenes y bien preparados músicos.
Ur goiena, ur barrena, al final, nos descubre el arroyo interno de Olatz Zugasti, agua transparente y fresca, como una corriente centenaria, sabia y fulgurante.